por Fernando Momo
Corren tiempos curiosos para la argumentación política.
Corren tiempos curiosos para la argumentación política.
Los periodistas y analistas que
apoyan al actual gobierno nacional y su “modelo” pasan de una defensa
pragmática del modelo extractivista, llámese Vaca Muerta o La Lumbrera o la soja
transgénica, basados en que “la
Argentina necesita energía” (o minerales, o materia prima) a
un repentino ecologismo militante porque “la pastera contamina el río y arruina
el agua, un recurso estratégico”.
Por su parte, los medios opositores
(y en muchos casos golpistas), fluctúan entre una crítica, a veces profunda y
bien fundada, al extractivismo del modelo (véase por ejemplo la reciente nota
de La Nación “Recursos
naturales: el costo invisible del modelo” por Steven Levitsky el 6 de
octubre) y una descalificación de los argumentos argentinos en el tema de la
pastera, señalando que en Argentina hay muchas pasteras y son peores que la ex
Botnia y que Uruguay viene plantando árboles hace 30 años “como política de
estado”.